Tener un olfato desarrollado...


Antes de partir rumbo a Azerbaijan alguien me dio este consejo: "No juzgues nada antes de tener seis meses en ningun lugar nuevo al que vayas a vivir". El 12 de agosto cumpli seis meses en Azerbaijan y puedo, oficialmente, dar mis primeras (y segundas) impresiones sobre Baku. Supuestamente, no quiero comenzar a despotricar contra este pais que sin proponerselo ha sido un anfitrion bastante aceptable. No quiero caer en la queja arrogante y descontextualizada del expat promedio, es decir, no quiero pasar por malagradecida, ignorante, maleducada y poco diplomatica. Pero talvez... Talvez eso es lo que me toca vivir ahora en carne propia, asi que veamos que sale:

"Azerbaijan". La palabra, al ser evocada, me lleva en principio al tiempo en que este pais era todavia una idea que no pasaba de posibilidad futura. Pero que sitio es este? Todavia no me lo contesto, creo. Lo segundo que evoca la palabra es un despliegue de experiencias sensoriales que van del frio al calor, de los colores a los sabores.

Baku me gusta mas en invierno que en verano. Cuado hace frio la ciudad y la gente se visten de misterio. Los edificios antiguos, de por si callados y solemnes, muestran orgullosamente su caracter imponente. El mar, de lejitos, no habla ni baila nada. Los parques desolados y desnudos despues de otono, evocan imagenes de romance y secreto. La ciudad y su gente se visten de plumas, de pieles. Los hombres se convierten en vampiros urbanos y las chicas en brujas prohibidas. Los rasgos oscuros, combinacion oriental y eslava, adquieren la agresividad de la mezcla para desplegar una elegancia transparente. Okay, no hay cafetines con chocolate caliente, ni cantinas para calentarse con un vinito y unas tapas; cierto, los salones de te no son lugares para "mujeres decentes", pero igual subsiste esa necesidad de los inviernos de escurrirse, de encontrar el atajo escondido, de apresurar el paso para que corra la sangre y se caliente el cuerpo.

En verano, por otro lado, la ciudad se despierta con cuaja. Se llena de sopor y sofoca. Zombificada, discurre a paso lento, torpe y distraido. Oleadas de aire caliente, brisa y olores asediantes salen de paseo impudicamente, conquistando las calles. Algunos olores dejan todavia al gusto en duda como el restaurante de doners debajo de mi casa o el olorsito a petroleo viniendo del aeropuerto. Pero hay otros que claramente reclaman atencion y sentencia: Orines de gato en las mas elegantes entradas, cunetas en reparacion, sudor y otros olores humanos (mejor dejados sin identificar), que gritan su presencia al unisono compitiendo entre ellos. Dificil no tener una opinion. Confieso que por momentos me siento insultada personalmente y en ocasiones tengo un mini-monologo con el aire pidiendole seriamente explicaciones.

En fin, que lo que el frio del invierno oculta con elegancia, el calor del verano lo desnuda con imprudencia.

Los colores son el beige y el verde, de arena y olivos. Salpicado, ademas, de azul platinado por culpa del mar. Los sabores: El chai en todas sus versiones, las almendras azucaradas, los datiles. Los sonidos: taladros que violan toda la ciudad en su continua remodelacion, las "a" largas largas y nasales del azerbaijani; La musica local que es un lamento que parece eterno, (pero no version bachata, mas bien en version Bjork encendia o Mariah Carey pensando en Luis Miguel).

Los flashes visuales: Andamios suicidas por doquier, la foto del Presidente de Azerbaijan cada dos esquinas, en bares y cafes, en oficinas y supermercados. Sonrisas doradas, (donde menos te lo esperas te pica el ojo el brillo relampagueante de uno o varios dientes de oro); medias pantyhose de abuelita con sandalias de todo tipo: de goma, de cuero, de tacones planos o stilettos, de las de estar en casa, de las de moda y las anticuadas... En medio de un verano punzante y sin discriminar en edades y procedencia.

Arquitectura: El Old town, lindo y amargo. Con su sensacion de encierro, sus callejuelas y callejones, sus adoquines y empredrados, sus tiendas chic y caras, y sus cafetines que no sirven cafe. Los contrastes de lo moderno y lo antiguo; las tiendas por departamentos sovieticas, vecinas de los bazaares y de Gucci. El empeno en rescatar un estilo oriental que nunca realmente fue.

Todo un carnaval para los sentidos, me parece, por eso siempre ando alerta. Tambien es un carnaval para el pensamiento... Porque es que ademas se puede oler en el aire una especie de verdad tapada, de mentira que juega a ser otra cosa...

Pero eso le dejamos para otro post... Para terceras y cuartas impresiones...

3 comentarios:



Ál said...

de momento no parece muy alegre.. aunque me temo que es el estado personal el que se deja llevar no dejando pasar una para reafirmarse.

mucho ánimo, me gustó la descripción... iré en invierno :-)

Carola said...

Me gustó tu descripción, no despotricaste jajajaj, y me dio curiosidad que no hablaste del tema de la seguridad así que eso parece no ser preocupante. Yo caigo del lado de olfato desarrollado así que no me imagino caminando en verano, a veces veo fotos de lugares que no conozco y solo pienso lo bien o mal que deben oler.

XphiloLiranzo said...

Está viviendo una experiencia muy estimulante e interesante allá. Debe ser un ambiente bastante impactante, pues es una nación con unas mezclas extremas de culturas y tradiciones.

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